
En México, la automedicación es una práctica alarmantemente común que pone en riesgo la salud de millones de personas. Muchos recurren a medicamentos sin receta para aliviar síntomas como dolor, fiebre o infecciones, sin considerar las causas subyacentes. Según datos de la Secretaría de Salud, más del 50% de los mexicanos se automedican, especialmente con antibióticos, analgésicos y antiinflamatorios. Esta conducta no solo enmascara enfermedades graves, sino que también contribuye a la resistencia bacteriana, un problema de salud pública global.
Uno de los mayores peligros es el uso indiscriminado de antibióticos, como la amoxicilina o la azitromicina, que suelen consumirse sin supervisión médica. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha alertado que México ocupa los primeros lugares en América Latina en resistencia a antibióticos debido a esta práctica. Cuando las bacterias se vuelven resistentes, infecciones comunes pueden volverse intratables, aumentando el riesgo de complicaciones y mortalidad.
Además, la automedicación con fármacos como el paracetamol o el ibuprofeno puede causar daños hepáticos, gastritis o incluso insuficiencia renal si se usan en exceso o por tiempo prolongado. En México, donde el acceso a servicios de salud no siempre es inmediato, muchas personas optan por la “farmacia de confianza” en lugar de consultar a un profesional. Sin embargo, los farmacéuticos no están autorizados para diagnosticar, y sus recomendaciones no sustituyen una evaluación médica.
Otro factor que agrava el problema es la publicidad de medicamentos en televisión y redes sociales, que promueven soluciones rápidas sin mencionar sus riesgos. En países como México, donde la educación en salud es limitada en ciertos sectores, esto fomenta la idea errónea de que los medicamentos son inocuos. Peor aún, algunos combinan fármacos con remedios caseros o alcohol, potenciando efectos adversos.
Para combatir esta costumbre, es esencial promover campañas de concientización sobre los riesgos de la automedicación y fortalecer la atención primaria en salud. Los mexicanos deben entender que un síntoma leve puede ser señal de una enfermedad seria, y que solo un profesional puede indicar el tratamiento adecuado. La próxima vez que pienses en tomar ese medicamento “que siempre te funciona”, recuerda: tu salud no es un juego. Mejor prevenir que lamentar.
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